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La cultura del mantenimiento y los equipos contra incendio


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Como todo en la vida, lo que no se cuida se daña. En el caso de la protección contra fuegos, ese cuidado tiene una relevancia y un impacto mucho más trascendente.

Quizás es un mala costumbre propia de las naciones en vías de desarrollo. O tal vez sea un mal hábito, eso de esperar hasta el último momento para tomar acción. La cultura del mantenimiento es algo que, desde Panamá, probablemente vemos como un ideal de primer mundo, eso que solo pasa donde existe una economía más aventajada y procesos más establecidos.

La realidad es que debemos cuidar para mantener. De nada sirve invertir en algo si después descuidamos esa inversión. Los gobiernos e instituciones estatales están obligados a designar presupuestos para mantener obras de uso público, desde los parques y hospitales hasta los alcantarillados. Un descuido en estos asuntos se percibe como una clara señal de desinterés, o peor aún, de negligencia.

Lo mismo aplica a los sistemas contra incendios en edificios multifamiliares, industrias, plazas comerciales o galeras. Algunos propietarios, administradores y promotores piensan, si es un proyecto nuevo, “Ok, ya cumplí con los bomberos para lograr mi permiso de ocupación y tener los sistemas contra incendio instalados. Ahora me puedo preocupar por otra cosa”; o si es un edificio ya ocupado se puede pensar algo como “¡no hay problema! Conozco a un plomero muy recomendado que me puede revisar eso bueno, bonito y barato”. Ambos pensamientos están equivocados y pueden tener repercusiones graves que probablemente no hayan considerado.  

El mantenimiento de los sistemas contra incendios se puede estructurar en un plan global que abarca tres puntos de acción: inspección, o la verificación visual del estado físico de cado uno de los componentes del sistema; prueba, o la comprobación de la operatividad de cada dispositivo; y mantenimiento, o la realización de ajustes o controles de funcionamiento de los equipos, llevando a cabo las reparaciones que sean necesarias con la meta de que siempre estén en condiciones para una correcta operación.

Una de las causas por las cuales un sistema no opera satisfactoriamente es porque en la mayoría de los casos no existe un mantenimiento eficiente. Cada tipo de sistema contra incendios, acorde a las normativas internacionales, cuenta con sus propios parámetros para establecer la periodicidad de su mantenimiento.
Los objetivos de un plan global de mantenimiento de un equipo contra incendios se pueden resumir de esta manera:

1-Las revisiones o reparaciones periódicas que apliquen deben garantizar el buen desempeño del equipo.

2-Asegurar que los sistemas sigan siendo confiables.

3-Minimizar las pérdidas de algún componente del sistema, o prevenir con antelación alguna falla en el funcionamiento de la operación por falta de revisión.

4-Un sistema en funcionamiento optimo también minimiza la pérdida de bienes, además de proteger a la propiedad y a las personas que en ella trabajen o vivan.

La responsabilidad de llevar a cabo estos mantenimientos recae sobre el propietario, administrador u ocupante de la edificación, con la tarea adicional de velar porque estos sean realizados por una empresa o personal certificado.

Entonces, ¿qué es lo mejor? ¿Invertir en un sistema contra incendios de primera y dejarlo deteriorarse? ¿O mantenerlo acordemente para garantizar su perfecto funcionamiento? La respuesta, por más evidente que sea, amerita un poco de conciencia.